sábado, 12 de julio de 2008

Petit

<<¿Quién habrá pintado estos colores?>> Me pregunto al tiempo que buceo persiguiendo a mis amigos los delfines.

Plateado salta mucho, siempre gana en nuestro juego de dar saltos. Me cuenta su secreto para sacar todo su cuerpo del agua: “siempre he querido comer las nubes, aunque sólo sea un pedacito. Cada vez que salto, lo hago convencido de que esta vez, lo haré”.
Ahora cambian de juego: los delfines nadan hacia mí a toda velocidad, cambian su rumbo justo en el último momento, me rozan con sus aletas, haciéndome reír muerto de cosquillas pero…
<<¿A dónde van? ¿De dónde vienen esos Colores? ¿Qué es esa Luz?>> Pregunto a Duende que siempre está a mi lado. Él es un delfín mágico y muy gracioso, además conoce muy bien todos los colores que se encuentran en la casa de Neptuno.
La expedición de delfines parece muy contenta, están dando vueltas concéntricas a los Colores. <<Me gusta verlos así de felices, saltando y saltando sin parar de nadar>>.

Bebé se acerca juguetón a Duende y a mí. El no sabe qué son los colores, todavía es una cría de ballena. Me gusta escuchar sus historias sentado en el fondo del marino. Siempre que habla, lo hace entonando una bella canción.

<<Gracias Bebé>> digo a mi querido cachalote mientras subo a su espalda para ver mejor lo que hacen los delfines. Duende se va con el grupo. Bebé y yo, solitarios jugamos al naufrago en la pequeña isla.
<<¿Por qué chillan tanto los delfines Bebé?>> Bebé no responde, se toma muy en serio su papel de isla y todos sabemos que las islas no cantan.
Desde el punto más alto de la isla, contemplo maravillado el baile de bienvenida que los delfines ofrecen a la Luz. Ansioso espero al final de la ceremonia. Me encanta ese momento cuando todos sacan a la vez sus cuerpos del agua, dejando tan sólo la cola dentro que se mueve muy muy rápido sosteniéndoles sobre una nube de espuma... y para terminar: la alfombra mágica de delfines: todos en formación rectangular, sirviendo de mágica superficie a la Luz.

<<Dice que se llama Mukeika-ku>> me comenta excitado Plateado que como siempre ha abandonado la formación.
<<¿Mukeikaku?>> Me pregunto mientras me acerco a la orilla de la isla para recibir a los Colores que lentamente se aproximan sobre la alfombra de delfines.
<<Oh... ¿Ella es los Colores?>> Me pregunta asombrado Bebé que por primera vez olvida la difícil tarea de ser una buena isla.

Lleva el pelo recogido, es de un profundo color moreno amor. <<¿Será una Princesa? ¿Pero si no es rubia?>> “También hay Princesas morenas”. Me respondo absorto contemplando la perfección de sus orejas, que gracilmente dejan caer unos finos pendientes de plata, siempre oscilando al son de la gravedad, mecidos por el deseo de llegar ahí a donde apuntan, al fino cuello que en su centro muestra su joya más preciada: el beso de Venus.
Nuestras miradas se cruzan, se encuentran las pupilas, los colores de nuestros ojos nos hablan desde la profunda intensidad de nuestro silencio. No mediamos palabra alguna, no es necesario. Los tambores del corazón nos regalan el presentimiento de que nos conocemos de toda una vida de besos.

Huelo a tortilla de patata...

- ¿A tortilla de patata? -dice Mukeika
- Sí Muke, a tortilla de patata. Cuando la olí en mi sueño de manera tan real, tan cercana, me desperté sobresaltado con una sonrisa dibujada en mi rostro.
- ¿A tortilla de patata? -repite Mukeika


"Sigo soñando despierto. Hay un sueño que se repite continuamente. Son dos manos juntas, juguetones los dedos se acarician. Grandes ojos que como al amanecer, muestran poco a poco un nuevo día lleno de misterios y de alegrías, de belleza interior."

1 comentario:

Paula Vincent dijo...
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